quinta-feira, 26 de março de 2020

O mito da medicina cubana - Karina Mariani

O mito da medicina cubana

O último "milagre", anunciado pela propaganda da ditadura cubana (não riam), é de que a ilha estaria próxima de criar a vacina contra a Covid-19. Artigo de Karina Mariani para o Instituto Independiente:

A los médicos se les dan metas de salud para cumplir o enfrentan sanciones. Esto incentiva la manipulación de los datos.Tomemos como ejemplo la muy elogiada tasa de mortalidad infantil de Cuba. En la mayoría de los países, la relación entre el número de muertes neonatales y las muertes fetales tardías se mantiene dentro de un cierto rango entre sí, ya que tienen muchas causas y determinantes comunes. (…) Cuba, con una proporción de 6, fue un claro caso atípico. Esta proporción sesgada es evidencia de que los médicos reclasificaron las muertes neonatales tempranas como muertes fetales tardías, desinflando así las estadísticas de mortalidad infantil y apuntalando la esperanza de vida. Los médicos a menudo realizan abortos sin el consentimiento claro de la madre, lo que plantea serios problemas de ética médica, cuando el ultrasonido revela anormalidades fetales porque `de lo contrario podría aumentar la tasa de mortalidad infantil’. (…) El papel de la opresión económica y política cubana sobre los ‘buenos’ índices de salud merece más estudios».
Universidad de Texas Tech investigación del sistema de salud (h/t: David Henderson)
Los cubanos están indiferentes ante el coronavirus y tiene lógica, acostumbrados a la carnal batalla diaria por obtener papel higiénico, jabón, detergente, pollo o leche en polvo, el temor a la escasez ocupa, sin lugar a dudas, el principal lugar de sus preocupaciones. Capas geológicas de problemas que amenazan su existencia durante años, dejan poco margen para pensar en el contagio. Los techos de las casas, literalmente caen sobre sus habitantes, falta el agua potable y la libreta de abastecimiento es una oda a la ignominia, ¿y ahora esto? Cuba depende del turismo para subsistir, y la medida de cierre de sus fronteras destrozará una vital fuente de ingresos.

Con este panorama atroz, los propagandistas del régimen se lanzaron a anunciar hace pocos días, que prontamente Cuba tendría la cura para el covid-19. ¡Esto no fue una humorada, de verdad hay gente considerando esta posibilidad! Y es porque durante años, bajo mecanismos de propaganda que requerían de una voluntad férrea del oyente para creer, se ha dicho que la medicina cubana obra milagros. 

Una construcción ideológica

La temeraria afirmación de que Cuba puede producir la vacuna cuenta con un colchón promocional que estratégicamente se ha propagado a lo largo del mundo: la providencial eficiencia de la medicina cubana. Políticos, periodistas, deportistas y otros estultos amigos de la dictadura se han encargado de cobrar para ponderar esta patraña. Tal vez la mentira más fanfarrona que haya sobrevivido a la figura de Fidel. ¿Cómo se construyó esto?

Hace 60 años, Castro instauró una dictadura que era a su vez parásita de otra. Tomadas las riendas del Estado, en nombre de la revolución empezaron los procesos que dieron lugar a los fusilamientos. El castrismo se hizo fuerte a fuerza de paredón, según vociferaba desde los organismos internacionales el carnicero argentino conocido como Che Guevara. El socialismo a la cubana intentó sembrarse en otros países subdesarrollados, pero afortunadamente fracasaron los muchos intentos de implantarlo, y no porque no hayan intentado propagarlo con tenacidad. Argentina misma sufrió las heridas de las intromisiones cubanas, aún no suficientemente condenadas y castigadas. América Latina y África padecieron los delirios imperiales del castrismo. 

Pero ese sueño expansivo se cortó con la caída de la Unión Soviética y Castro debió recurrir al “Periodo especial” cuando ya no pudo parasitar a la extinta URSS. Se trataba de un ajuste intolerable y para sostenerlo Fidel recurrió a una represión sin nombre. El planeta entero conoció la miseria cubana, no había forma de decir que ese averno era un paraíso. ¿Qué podía hacer entonces el aparato de propaganda izquierdista? 

Un nuevo relato se construye alrededor la dictadura insular. Ya no negaban las carencias provenientes del castrismo, no era posible, las pruebas eran irrefutables. Ese sacrificio feroz que se imponía a los cubanos, esa vida patética no era compatible con la idea de exportar las ideas socialistas. Entonces se pone en marcha un relato épico que a la larga va a trascender la ingenuidad demente de la izquierda para instalarse como una verdad de orden mundial: el mito de la salud cubana. 

A lo largo de su historia, el castrismo demostró ser un desastre. La tortura, desaparición y la muerte han sido rutinarios. Esta forma de gobernar tenía una explicación: cuentan que Iósef Stalin le habría dicho a su mano derecha Lázar Kaganóvich, primer secretario del Partido, según un artículo publicado en 1932 por la revista Time, que era necesario “romper algunos huevos para hacer una tortilla”.

Bueno, Fidel Castro había roto todos los huevos posibles, ¡la milonga es que la tortilla no aparecía! ¿Para qué? ¿Con qué propósito? ¿Por qué demonios los cubanos vivían tan horrendamente si no había ninguna tortilla como resultado? Fue entonces cuando cobró fuerza la épica de la educación y la salud cubanos. “No tienen nada pero tienen una educación impecable y una salud de primera” ¿Cuántas veces escuchamos esto?

Un filón

Cuba encontró un filo comercial en el “turismo médico” y posteriormente es el alquiler de médicos al exterior. Los países y los turistas pagan en moneda fuerte que va derecho a las arcas del Estado. Pero el verdadero sistema para el cubano de a pie, es miserable. Hay que hacer mucha fuerza para no verlo, sobran testimonios, sobran denuncias. Sólo basta darse una vuelta por los lugares (no se los puede llamar hospitales) en donde los cubanos caen para ser curados. Si un cubano debe terminar con sus huesos en un hospital debe llevar sábanas, jabón, toallas, comida, y (obvio) papel higiénico. Si hay equipamiento, es obsoleto, los guantes y máscaras se reciclan y en estas condiciones han vuelto enfermedades del pasado. Fidel los llevó a la edad media y de la edad media tienen tuberculosis, lepra y fiebre tifoidea.

Los cubanos, son cada vez más pobres y menos libres. Ya más de tres generaciones nacieron hacinadas en caserones roídos, obligadas al “trabajo voluntario” dominical. Esta es la petulante “pobreza digna” de la que nos hablan los que apoyan la dictadura. Dicen que la Cuba de Batista era un casino para los yanquis, bueno, la Cuba actual no es un casino, es un prostíbulo desvencijado para turistas del resto del mundo.

Por eso necesitan que existan, a como dé lugar, los “logros de la revolución”, Salud y Educación: pero el deterioro de la educación es notable, sobre todo en los últimos 30 años, en los que se puso en marcha, debido a la falta de profesores, el plan “maestros emergentes”. La corrupción y la presión del régimen por sostener estas mentiras, han carcomido a la institucionalidad educativa y es frecuente que los profesores vendan los exámenes o cobren a sus alumnos por aprobarlos (existen muchas bromas y hasta programas de tv con esta problemática).

En cuanto a la salud, la exportación de servicios médicos se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos para Cuba. Esta necesidad hizo que el gobierno recurra a la formación de “especialistas emergentes”, graduando a alumnos con cursos más cortos. La preparación de los médicos cubanos ha sido puesta en tela de juicio en Brasil, Bolivia, Costa Rica o Chile que han calificado de deficiente la formación de los médicos cubanos que buscaban la revalidación. Es conocido el caso de los estudiantes paquistaníes que cursaron medicina en Cuba y al regresar a su país no podrían aprobar la prueba del Consejo Médico y Dental paquistaní para revalidar sus títulos.
«…un frasco pequeño de tetraciclina cuesta 5 dólares y un tubo de crema de cortisona le costará hasta 25 dólares. Pero no están disponibles en la farmacia local, que no tiene casi nada de mercancía. Incluso los productos farmacéuticos más populares, como la aspirina y el alcohol, están notablemente ausentes. (…) Los antibióticos, son muy escasos y solo están disponibles en el mercado negro. La aspirina se puede comprar solo en las tiendas de dólar administradas por el Gobierno, que venden medicinas populares a precios muy altos en dólares estadounidenses. Esto los pone fuera del alcance de la mayoría de los cubanos, a quienes se les paga poco y en pesos. (…) Los turistas tienen todo lo que necesitan… Pero para los cubanos es diferente. A menos que usted trabaje con turistas o tenga un pariente en Miami que le envíe dinero, no podrá obtener lo que necesita si se enferma en Cuba. Como médico, esto lo encuentro asqueroso»,
(National Post de Canadá, 2004)
«el Gobierno cubano continúa respondiendo a las críticas internacionales a su historial de derechos humanos citando… elogios por sus logros en salud y medicina… las descripciones inequívocamente positivas del sistema de salud cubano en la literatura de las ciencias sociales son un tanto engañosas. A finales de la década de 1990, seguí a médicos en clínicas de salud familiar, viví en comunidades locales y traté de participar en la vida diaria en la medida de lo posible. A lo largo de esta investigación, encontré una serie de discrepancias entre la forma en que el sistema de salud cubano ha sido descrito en la literatura académica, y la forma en que parece ser descrito y experimentado por los propios cubanos. (…) los cubanos no parecían tener una visión muy positiva del sistema de salud en sí mismo. Algunas personas se quejaron informalmente ante mí que los escasos suministros médicos a menudo eran robados de los hospitales y vendidos en el mercado negro. La crítica pública al gobierno es un crimen en Cuba, y las penas son severas. Obtener formalmente narrativas con críticas sobre el cuidado de la salud sería visto como un acto criminal tanto para mí como investigador, como para las personas que hablaron abiertamente conmigo. (…) Uno de los problemas más evidentes del sistema de salud en Cuba es la grave escasez de medicamentos, equipos y otros suministros».
Katherine Hirschfeld en la Universidad de Oklahoma (h/t: Scott Johnson)
Vocación de creer pavadas

¿Se entiende de lo que estamos hablando? ¿Cuánta vocación para creer pavadas hay que tener para pensar que existe la excelencia de la medicina cubana?

Señores, es de necios no entender que en estas condiciones de miseria y opresión, esta falta del equipamiento más básico, de desconexión con los avances científicos y tecnológicos del resto del mundo es imposible tener calidad científica de ninguna índole. Ni internet libre tienen para estudiar o publicar. Ni electricidad permanente para aparatos de diagnóstico, ni los aparatos, claro. ¿Cómo van a tener medicina buena en esas condiciones? Ni el agua tienen garantizada.

Así y todo, la vicepresidente argentina esta semana volvió con su hija al país, haciendo loas al gobierno cubano y a su sistema de salud con estas declaraciones:
"Me pongo a pensar cuánto tiempo pasé este último año en La Habana: casi cien días. Y siento que aunque tuviera cien vidas, ellas no me alcanzarían para expresar mi agradecimiento a esta Cuba solidaria, castigada por los poderosos pero digna y altiva.

Esa Cuba que estuvo junto a mí en un momento muy difícil de mi vida, que le tendió su mano a mi hija sin especulaciones y que la cuidó y protegió cuando la feroz persecución mediática y judicial dañó severamente su salud.

Esa Cuba de médicos y médicas que ejercen su vocación con compromiso, con un criterio profundamente humanista y que con diagnóstico preciso, por primera vez, le brindaron a Flor las herramientas que necesitan aquellos y aquellas que han perdido su salud.

Esa salud que, en tiempos de pandemias con ribetes bíblicos, vuelve a ser un bien comunitario que exige de todos y todas solidaridad, humanismo y, sobre todo, compromiso social".
Una ruinosa dictadura cuyo objetivo más sagrado es propagar el socialismo no puede sino mentir sus estadísticas e índices. Cuba es el país que tiene más médicos en el mundo, con el salario más bajo, por supuesto y sin acceso al trabajo privado. Esto le permite al régimen alquilarlos (esta es la palabra correcta, y si, se parece mucho a la esclavitud) a terceros países lo que constituye el principal ingreso de Cuba por exportaciones al exterior. ¡Es indignante pensar que hace sólo medio siglo Cuba era más rica que Italia! 

El mito de la medicina cubana es la última cruzada de la dictadura castrista. Continuar abuenando a una tiranía inhumana con estadísticas mentirosas y curaciones milagrosas no es sólo mentir, es ser cómplice. Van 60 años de opresión y muerte, tapados con turismo y mercachifles. En 1953, Fidel ensayó ante el tribunal la pieza fetiche, que más tarde usó la mismísima vicepresidente argentina: “La historia me absolverá”. Ojalá que no, ojalá se demuela pronto el mito de la medicina cubana.

segunda-feira, 23 de março de 2020

"Rodrigo 'botafogo' Maia e Grupo Band ajoelhados diante do inimigo, a China, produtora do vírus assassino", segundo Fábio Gonçalves

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A postura servil e vexatória do Grupo Band e do presidente da Câmara diante da China mostra que as elites nacionais perderam toda consciência cívica e amor pelo Brasil.

— Senador Luís Carlos Prestes, se houvesse uma guerra entre Brasil e União Soviética, o sr. lutaria por qual lado?
Respondeu o senador, sem titubear:
— Pela União Soviética.




Conta-se que o estopim para a guerra entre gregos e persas se deu quando um embaixador do país asiático, tendo se dirigido malcriada e desdenhosamente ao rei de Esparta, o bravo guerreiro Leônidas, em solo lacônico, foi imediatamente assassinado.

A Grécia, naqueles tempos, era nada mais que um conjunto de cidades-estados, cada qual gozando de total independência política perante as demais. Não havia uma organização que juntasse as pólis helênicas em torno de um projeto de poder nacional, não havia nem sombra de um exército profissional unificado. Os gregos eram um povo diminuto, uns camponeses e pescadores espremidos entre as montanhas pedregosas do Balcãs ou dividido pelas centenas de ilhotas do Egeu.   

Do outro lado, havia o maior império da época. A Pérsia de Dario, Ciro e Xerxes apinhava em torno da suntuosa Pasárgada gente de todas as raças, desde a africana Líbia até as bordas Rio Indo. Era um povo pujante, rico, de cidadãos inumeráveis. Na guerra, eram devastadores. Seus governantes diziam-se semideuses, senhores das quatro direções do mundo.

*****

Na semana que passou, o deputado mais votado do Brasil, filho do presidente da República, compartilhou um texto em suas redes sociais no qual se atribuía aos governantes da China a culpa por toda a crise mundial ocasionada pelo vírus de Wuhan.

O texto argumentava que o Partido Comunista Chinês teria omitido ou deturpado dados importantes sobre a nova peste, informações que poderiam ter evitado, lá no início, a pandemia. Segundo o autor, queria-se com isso, como nos tempos da Chernobyl da União Soviética, evitar um desgaste internacional, deixar limpa e inocente a imagem da ditadura de Pequim perante a opinião pública.

Em resposta, o embaixador da China no Brasil, o sr. Yang Wanming, escreveu mensagens grosseiras, despudoradas, exigindo pronta retratação do parlamentar. Ademais, compartilhou uma publicação que fazia ataques abertos à família presidencial. Falou como um suserano diante de seus comandados.

Na sequência, o chanceler brasileiro, Ernesto Araújo, como que para encerrar a discussão e visando não comprometer, para além do estrago inicial, a relação amistosa entre os dois países, de um lado rechaçou as declarações de Eduardo, asseverando que elas não condiziam com a posição oficial do governo, e, do outro, cobrou desculpas do embaixador asiático pelo tom desproporcional e extremamente agressivo da sua resposta.

Como tréplica, Wamming bradou ainda mais alto, dando mais a ver os dentes afiados. Chegou mesmo a nos ameaçar, dizendo que “sempre se dá mal” quem se atreve a mexer com os chineses. Falou como um monarca diante de um servo piolhento.

****

Ninguém esperava que se levantasse um Leônidas contra o diplomata chinês e nem que se declarasse guerra ao país de Xi Jiping. Nem mesmo que rompêssemos, de uma hora para outra, parcerias comerciais que se sabem essenciais às nossas economias.
Entretanto, como fôssemos uma nação de gente honrada, de gente briosa, esperava-se que:

1. o embaixador, depois de nos tratar como se a bichos terceiro-mundistas, a vira-latas universais, a leprosos mendicantes, fosse o mais cedo possível afastado de suas funções, e que Pequim dissesse palavras em desagravo;

2. que o conjunto da população, mesmo os que não concordaram com o posicionamento do deputado, e até quem, de comum, faz oposição ao governo Bolsonaro, repugnasse o tratamento vil que o sr. Wanming nos dispensou.

Pois, voltando ao exemplo antigo, mesmo com o erro diplomático de Leônidas, os demais gregos, uma vez que, malgrado as diferenças pontuais de ordem política e econômica, se viam espiritualmente irmanados, uniram-se como suicidas na guerra contra um inimigo infinitamente superior e, no fim, milagrosamente, impediram a invasão do império arrogante e conseguiram salvaguardar seu território, suas mulheres, seus filhos, seus velhos, sua língua e seus deuses.

Não obstante, o que vimos foi uma das mais abjetas demonstrações de servilismo e submissão de toda a nossa história — história feita por homens que não se curvaram aos portugueses sediciosos do Porto, aos ingleses vitorianos, aos EUA.

Vimos políticos e profissionais da grande mídia, sob as mais torpes justificativas, pedindo perdão ao embaixador, como se filhos amedrontados diante do pai severo. Vimos o presidente da Câmara dos Deputados, a Casa do Povo, afagando o agressor estrangeiro enquanto condenava cabalmente o compatriota. Colocando a disputa política circunstancial acima do amor ao país de seus pais e avós, da nação que lhes deu um idioma, uma cultura, da terra que lhes deu o alimento, milhares de pessoas compartilharam as descomposturas do diplomata forasteiro, achando graça naquilo, dizendo bem-feito ao deputado ofendido como se a humilhação a um dos nossos não mais dissesse respeito a todos nós.

O cúmulo dessa traição nacional veio do Grupo Bandeirantes.

A empresa de João Saad, que recentemente fechou uma parceria milionária com o China Media Group — a assessoria de imprensa do Partido Comunista Chinês, a mais longeva e das mais cruéis ditaduras que ainda vicejam no mundo — emitiu um editorial macabro chamando o nosso parlamentar de imbecil e imaturo, o nosso chanceler de idiota e inepto, e o governo cínico de grande amigo.

As palavras, a expressão do rosto, a rispidez com que o âncora do Jornal da Band leu o referido editorial, lembraram, mais que o famigerado vídeo do ex-secretário da Cultura, Roberto Alvim, uma obra do propagandista Joseph Goebbels.
A diferença é que o Grupo Bandeirantes, ao contrário de Alvim, não fez alusão a uma ditadura morta, cujos partidários, hoje, se é que existem, não passam de moleques sociopatas escondidos atrás de avatares obscuros na deep web. A Band fez propaganda escancarada à mais viva e poderosa das tiranias que há mundo contemporâneo.

Que isto não tenha causado uma comoção nacional, já é prova suficiente de que, ao contrário dos gregos de Maratona, não há mais uma comunidade de espírito entre os brasileiros.

Fôssemos invadidos amanhã pelo império comunista chinês, seus capachos aqui no Brasil, homens e mulheres espalhados na elite política, intelectual e midiática, engrossariam as fileiras asiáticas – sem titubear.
Fábio Gonçalves, Brasil Sem Medo·

"O vírus das elites", por J.R. Guzzo

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O grande escândalo criado pelo coronavírus no Brasil, e a razão pela qual a mídia está em transe com essa história desde o seu começo – os psicólogos apontariam, aí, “sintomas de comportamento obsessivo” – é que a epidemia pega as elites. Se não pegasse, ninguém estaria ligando: desde quando alguém perdeu dois minutos de seu tempo pensando nas multidões inteiras que vivem morrendo em lugares como China, ou Bangladesh, ou África? Você talvez não se conforme em ser jogado no meio das elites, mas não tem jeito: nesse país onde o sujeito se dá por muito feliz quando consegue ganhar 1.500 reais por mês, toda a classe média é elite.


Misérias como a do vírus chinês, que pegam em segundos e derrubam centenas de milhares de pessoas pelo mundo todo é coisa de pobre. Deveria ficar entre eles e não incomodar as moças e moços que se produzem para aparecer nos jornais de televisão, nem os médicos de hospitais que cobram diárias milionárias, nem os cidadãos que têm algum tipo de decisão a tomar a respeito. Infelizmente, não está sendo assim.

Esse diabo de coronavírus pega gente que viaja em voos internacionais, mora em condomínios onde os síndicos fecham as academias de ginástica com medo do contágio e vai fazer degustação de vinhos no norte da Itália – muitos deles pagando a prazo, é verdade, mas é esse o seu mundo. Infectou, Santo Deus, a comitiva do presidente Jair Bolsonaro que acaba de voltar dos Estados Unidos – dos Estados Unidos, a maior potência do mundo, e não da beira de algum rio malsão do sul do Pará onde ainda se pega maleita. Os conselhos que recebem dos meios de comunicação são um primor: sim, você pode sair para passear com o seu cachorro, mas não reúna amigos em sua “varanda gourmet”; sim, você pode sair com a sua bike, com capacetes e bretelles de primeiro mundo, mas não chegue perto de outros ciclistas. Etc. Etc.

Como no “Decameron” de Bocaccio, onde dez jovens bem de vida se refugiam numa vila do campo toscano para fugir à peste em Florença, nossa primeira classe escapa para as suas fazendas, casas de campo e condomínios rurais protegidos por forças de segurança equivalentes ao exército americano. Fala-se muito em Laranjeiras, Trancoso, esse tipo de lugar. A segunda classe tem se se contentar com refúgios mais modestos, mas quem pode também se esconde – em algum lugar. Esse é o começo, o meio e o fim da história toda.

Ninguém está ligando a mínima para a saúde pública – nem as autoridades e nem a elite assustada. Jamais ligaram, em toda a vida. Porque iriam ligar agora? Só se tocam por que acham que dessa vez o bicho pode pegar rico, político,empresário, celebridade, jornalista, gente culta e por aí vamos. Não é nem uma questão de dinheiro; é uma questão de posição social, que fica tanto mais grave quanto mais alto é o galho no qual você está montado.

A saúde pública continuará a droga que sempre foi. Coronavírus? Ninguém precisa de coronavírus para morrer no SUS – por falta de atendimento médico correto, falta de remédios, falta de equipamento, falta de leitos , falta de tudo. Estão morrendo há mais de 30 anos, sem uma mesa redonda de televisão nem editoriais indignados pra mencionar o assunto. Este é o Brasil que existe.

Revista Oeste

Quem ganha com a crise? - J. R. Guzzo

 ganha com a crise?

Quem

A repressão, cada vez mais totalitária, contra qualquer possibilidade de contágio, mesmo remota ou imaginária, está destruindo a economia do Brasil – e há, sim, muita gente empenhada em tirar proveito político disso. J. R. Guzzo, via Oeste:


Pode não ser algo conveniente de se dizer neste momento, em que as qualidades do ser humano, o seu caráter e o seu equilíbrio político passaram, subitamente, a ser julgadas por um novo metro: ou você está entre os que defendem as medidas mais extremistas para combater a epidemia do coronavírus, e por isso é louvado como um patriota em odor de santidade, ou é um canalha. (Pode ser também um psicopata, um irresponsável, ou qualquer sinônimo de pessoa abjeta – faça a sua escolha.)

É realmente uma coisa extraordinária, mas é assim que está sendo: defender a racionalidade, ou simplesmente pedir que alguém pense, virou um quase-crime de lesa-pátria, ou coisa pior. Paciência: ficou desse jeito, e pode levar muito tempo para que mude.

A afirmação inconveniente citada no início é a seguinte: a repressão, cada vez mais totalitária, contra qualquer possibilidade de contágio, mesmo remota ou imaginária, está destruindo a economia do Brasil – e há, sim, muita gente empenhada em tirar proveito político disso. Não importa, aqui, adivinhar intenções – intenções dificilmente podem ser provadas. O que importa é o que uma pessoa faz, e não o que ela pretende, ou diz pretender. O que governadores como João Doria, de São Paulo, mais uma manada de colegas de cargo, prefeitos, autoridades de todos os tipos e seja lá quem ocupe a posição de decidir alguma coisa estão fazendo é criar uma recessão econômica-monstro – algo padrão Dilma, ou pior.

As ações para fechar à força a indústria, o comércio e os serviços de São Paulo, nunca escala e com uma brutalidade nunca vistas antes, não podem, obviamente, ficar restritas à cidade e ao Estado. Elas vão atingir diretamente a economia do país como um todo, pois a maior parte do Brasil não consegue funcionar com São Paulo desligado.

A estimativa séria para o crescimento do PIB brasileiro em 2020, antes do coronavírus, era de 2%, um resultado já bem ordinário e que não faz ninguém enriquecer. Depois do atraso natural trazido pela epidemia, os cálculos mudaram para recessão – teríamos um PIB negativo, de menos 2%, este ano. Com as medidas de terra arrasada decretadas por Doria, sem qualquer base científica séria, sem estatísticas, sem qualquer tentativa de pensar no desastre humano que estava criando, essa recessão pode virar catástrofe – uma queda de menos 3,5% a até menos 4%.

Esses números de calamidade, com a consequente e inevitável destruição de empregos, de carreiras, de sonhos, de empresas e todas as desgraças que vêm junto, são uma sinfonia para os ouvidos do governador Doria – e de todos os que, como ele, estão de olho nas eleições presidenciais de 2022. Mais que música, é a sua única esperança de salvação. Uma crise econômica tamanho gigante, até agora, é a única coisa que pode derrotar Jair Bolsonaro em 2022; há bem poucas dúvidas quanto a isso, mesmo porque ele não tem um único adversário decente em termos eleitorais.

É óbvio que Doria, e outros que pescam nesse mesmo pesqueiro, sabem que não dá para manter o Brasil fechado durante os próximos três anos e meio – eles nem têm força para isso. Mas quanto mais estrago se produzir agora, e quanto mais durarem os seus efeitos, mais a economia e a população serão castigadas – e mais difícil será para o presidente se recuperar depois do vírus e contar com uma situação econômica arrumada, o grande trunfo que poderá ter em 2022.

O governador, e quem mais está jogando esse jogo, dizem que “não querem” isso. E daí? Quem é que está ligando para o que eles querem ou não querem? O que importa é o resultado concreto que estão causando. Esse resultado é arruinar o país.


Paulo Freire: do manifesto maoista ao manual de pedagogia. - Bruna Frascolla

Paulo Freire: do manifesto maoista ao manual de pedagogia.

Por razões que a própria Razão desconhece, “Pedagogia do Oprimido” se tornou a Bíblia de pedagogos brasileiros e referência para anglófonos." Artigo de Bruna Frascolla para a Gazeta:


O homem é um animal racional e ético, capaz de arrazoar sobre o bem comum e fazer para si uma elevada autoimagem. Mas o homem também é um macaco muito esperto, que bota o seu primo chimpanzé no chinelo. Quando um chimpanzé cutuca alguma frutinha com uma vareta para colher benefícios, os cientistas ficam extasiados com a genialidade do macaco. Já quando querem elogiar a inteligência da humanidade, apontam para um sublime tratado filosófico, uma sinfonia imortal ou as descobertas científicas mais estupefacientes.

Mas, se quisermos demonstrar a excepcional esperteza do macaco humano, digamos que o homem é um macaco tão esperto, mas tão esperto, que consegue fazer gato para não pagar conta de luz. Disso resulta que somos um bicho meio esquizoide, pois todos trazemos em nós o Homem Racional, com sua autoimagem elevada, e o Macaco Esperto, cheio de artimanhas para conseguir o que quer. Com sua esperteza, bem pode reduzir o Homem à condição de seu advogado.

Enquanto fui professora, certa feita o meu Macaco apareceu de surpresa. Pulou de um galho quando eu fui aplicar a prova e um aluno, esperançoso, perguntou: “Pode ser em dupla?” O Macaco Esperto exultou e exclamou: “Que beleza! Metade das provas para corrigir!” Afugentei-o com meus brios de Homem Racional, mas tive meu momento arquimediano. Exclamei “Eureca”, porque descobri que uma possível explicação a prova e dupla é a redução pela metade de provas do professor.

A prova em dupla parece invenção do tinhoso, que a colocou em sala de aula para falar aos macacos de cada ser humano envolvido e minar todo projeto sério que uma escola ter. Macacos espertos querem notas boas, macacos espertos querem ter o mínimo de provas para corrigir. A escola vira um simulacro.

Uma elucidadora história da educação

No recém publicado Escola Partida (Contexto, 2020), de Ronai Rocha, descobri que a prova em dupla não foi obra do tinhoso em algum momento da Criação. Era coisa relativamente nova, uma coqueluche que veio nos anos 1970 e chegou no pacote da pedagogia crítica.

Aprendi outras coisas, também: que é só a partir de 1961 que os primeiros anos de escolaridade, que incluem a alfabetização, se tornam obrigatórios no Brasil. Era o ensino primário, que terminava no atual quinto ano (quarta série, para quem está na casa dos 30). Depois, para passar para o curso ginásio, iniciado aos 11 e concluído aos 14, a criança tinha que ser aprovada por um exame de admissão. Se não passasse, não entrava e a vida escolar acabava aí.

Esse exame de admissão foi abolido somente em 1971, e na mesma ocasião o ginásio se tornou obrigatório. Sabem quando o ensino médio se tornou universal? 2009. Para pôr as coisas em perspectiva: quando Niemeyer desenhava Brasília com Lúcio Costa e João Gilberto gravava Chega de Saudade, a alfabetização sequer era obrigatória no Brasil.

O primeiro boom educacional foi, portanto, a década de 1960, e foi precedido pelo movimento da Escola Nova, capitaneado por figuras como Anísio Teixeira, Cecília Meirelles, Roquette Pinto e Fernando de Azevedo. Nas poucas ocasiões em que se fala da Escola Nova, logo se segue a historiagem esquerdista que afirma que tudo acabou por causa do misterioso assassinato de Anísio Teixeira num elevador que teria sido sabotado pelos militares.

No livro de Ronai Rocha, temos uma história mais factível. O que veio depois da Escola Nova? A Pedagogia Crítica, encabeçada por Paulo Freire. Durante a vigência da última ditadura, na década de 1970, essa pedagogia passou a ser a dominante. E cá estamos até hoje.

O motivo do livro

Ronai Rocha recua na história para mostrar exemplos de escola com partido. Começa com a Alemanha nazista, vai à China maoísta. Daí, chega enfim ao Brasil, onde identifica dois maoísmos tropicais: o primeiro é aquele que começou na década de 1970 e o segundo é um efeito colateral deste.

O novo livro de Ronai Rocha não deixa de ser uma sequência do seu Quando ninguém educa. Este mostrava que a Pedagogia do Oprimido, de Paulo Freire, nem sequer pretendia ser um livro de pedagogia. Era, na verdade, o livro de um comunista voltado a criticar o dirigismo estalinista e apoiar o maoísmo. Por razões que a própria Razão desconhece, tornou-se a Bíblia de pedagogos brasileiros e referência para anglófonos.

No livro novo, ele retoma as críticas: “Há uma atitude de complacência com algo que deveríamos ter reconhecido como um ataque à escola, mas que foi recebido como uma crítica razoável. […] Penso numa lista que inclui os ataques explícitos aos professores que se recusavam a rezar pela cartilha do progressismo pedagógico. Na culta e vetusta Itália dos anos 1970, circularam manifestos esquerdistas contra os professores que, em espírito francamente maoísta, recomendavam aos estudantes […]: ‘O professor nos controla, nos seleciona, nos reprime: devemos denunciá-los a todos!’ […]. Nosso maoísmo foi mais discreto, mas existiu. Com a publicação da Pedagogia do oprimido, Paulo Freire deixou clara sua adesão ao maoísmo.”

Em seguida, coteja trechos desse livro para mostrar que são paráfrases de Mao.

Ao fim e ao cabo, justo quando o Brasil universalizava a escola, difundiu-se entre nós essa ideia de que escola era opressão. De tanto se deplorar a “educação bancária” que ensinava a ler e escrever, nossos professores se sentiram à vontade deixar os alunos semianalfabetos enquanto faziam proselitismo para a chegada da Revolução, quando, aí sim, todas as injustiças seriam desfeitas e a escola seria boa. Oferecemos, pois, um lixo de educação ao povo.

Voltemos a Ronai Rocha, com ênfase minha: “As escolas [foram] expandidas sem que sejam mantidos os padrões de excelência dos estabelecimentos equivalentes no centro da cidade porque há menos expectativas dos consumidores. O sucesso dessa onda de expansão do ensino estava ligado à inexperiência e benevolência dos consumidores desse novo serviço, que acolhiam de boa vontade uma geração de profissionais formados de uma forma acelerada e superficial”.

Aqui, chegamos ao motivo do livro e ao segundo maoísmo tropical. O motivo é o Escola Sem Partido, interpretado por Ronai Rocha com otimismo e cautela ao mesmo tempo. O otimismo reside em ele crer que isso signifique uma postura ativa, e não mais passiva, do usuário da escola pública. O movimento aponta um problema real, causado pela pedagogia crítica dos anos 1970. Agora, finalmente, usuários do ensino básico reclamam e saem da passividade.

Em favor da razoabilidade do Escola Sem Partido, Ronai Rocha experimenta repetir as 6 frases do projeto retirando o não caso a frase seja negativa, ouacrescentando-o, caso afirmativa. Por exemplo: “O professor se aproveitará da audiência cativa dos alunos com o objetivo de cooptá-los para esta ou aquela corrente política, ideológica ou partidária”. Das 6 frases, 5 soam como absurdos evidentes, de modo que vemos com facilidade a razoabilidade da proposta.

Há uma exceção, que é o preceito segundo o qual o professor deve deixar que os filhos “recebam a educação moral que esteja de acordo com as próprias [i. e., dos pais] convicções morais.” Ora, se tivermos um pai do PCC, o Escola Sem Partido garante que a criança deve ser educada conforme os preceitos morais dos manos. O exemplo é meu, mas Ronai Rocha aponta que os pais podem ter todo tipo de convicção moral, tipos que a escola não deve em hipótese alguma contemplar.

Decidir as fronteiras entre a educação familiar e a escolar é algo importante. Ao cabo, um mal do Escola Sem Partido termina por ser essa invasão da esfera do professor e o incentivo de um outro maoísmo, que manda os alunos filmarem e denunciarem professores conforme a ideologia.

De volta às macacadas

Algo que, a meu ver, vale ser apontado, é a complacência que a pedagogia crítica gera entre os professores. A rotina extraclasse dos professores consiste em preparar aulas e corrigir provas. Com o seminário, o professor não precisa dar aulas. Com trabalhos em grupo e das provas em dupla, divide o número de provas. É bom, também, que o professor estude a matéria e se mantenha atualizado.

Cheguemos ao entorno de uma faculdade de humanas: sempre haverá um bar e sempre haverá alunos, às vezes com professores, falando de política. Com a pedagogia crítica, essa coisa tão aprazível se reveste com um manto de seriedade. Os outros são bancários, eu sou crítico. É tudo desculpa para fazer macacadas.

Disso não se segue que haja uma conspiração de professores pelo menor esforço. O próprio Ronai Rocha conta que, jovem, acreditou nos franceses. Foi dar aula para professores somente para ver-lhes a frustração, ao concluírem que eram meros prepostos do capitalismo. Essa pedagogia destrói o respeito que o Homem Racional tem por si mesmo, e faz dele o advogado do Macaco Esperto.

Como tirar os professores dessa complacência? Decerto tem que haver pressão externa. Mas sabemos que, infelizmente, os complacentes têm uma resposta para essa pressão: vão se dizer donos de consciência crítica e tachar os outros de extrema-direita.

Será que um dia as faculdades de pedagogia mudam?


domingo, 22 de março de 2020

J. R. Guzzo: "O baixo mundo".

J. R. Guzzo: "O baixo mundo".

A imprensa faz esforços inéditos, todos os dias, para defender essa gente, pois são eles que compõem as “instituições”. E o que os jornalistas recebem em troca de congressistas e magistrados? Atos de crocodilagem explicita, um atrás do outro. Coluna de J. R. Guzzo, via Estadão:


O Brasil está divido por uma guerra cada vez mais aberta, indigna e agressiva entre dois países. Na verdade, só um país move essa guerra; o outro, sem defesa, apenas sofre as misérias que vêm dela. Basicamente, o país agressor, que se recusa a qualquer trégua, é o Brasil onde habitam, prosperam e mandam os membros das nossas “instituições”. O país agredido é aquele onde você, e cerca de 200 outros milhões de brasileiros, têm de trabalhar todos os dias para viver e sustentar suas famílias; sua única função, para o outro Brasil, é pagar impostos que vão sustentar cada um dos seus confortos, necessidades e caprichos. Neste ano de 2020, antes da epidemia, estava previsto que o total a ser pago seria de 3,4 trilhões de reais – isso mesmo, trilhões, arrancados do seu bolso a cada chamada de celular, cada litro de gasolina comprado no posto, cada real que você ganha, num arco que só acaba no infinito.

A última agressão vem do Supremo Tribunal Federal, que tem a folha corrida que todos conhecem, e do “Tribunal Superior Eleitoral” – um desvairado cabide de empregos que só existe no Brasil e não tem função lógica nenhuma no serviço público. Suas Excelências, justo numa hora dessas, em que o Brasil sofre um dos mais chocantes dramas de saúde de sua história e se desespera em busca de recursos para combatê-lo, tiveram a ideia de pagar com o dinheiro do contribuinte suas vacinas contra a gripe e o coronavírus. Não só eles: eles, seus filhos e funcionários da nossa corte suprema. Serão, pelos cálculos iniciais, 4.000 vacinas, a um custo de R$ 140.000. O TSE, de imediato, copiou os colegas e já está se preparando para comprar 1.100 vacinas para si próprio; devem queimar nisso mais uns R$ 75.000.

O dinheiro é uma mixaria, dizem eles, mas a atitude moral dos ministros é uma calamidade. Com todos os privilégios que já têm, por que não pagam eles mesmos esses trocados? A resposta é um retrato perfeito dos dois Brasis descritos acima: não pagam porque podem meter a mão no seu bolso, de onde sai o dinheiro de todos os impostos, e tirar o dinheiro de lá. Não vai acontecer nada, vai? Então porque gastar, mesmo um centavo, se existe um país inteiro para pagar as suas contas?

A um certo momento, nessa crise toda, foi sugerido, imaginem só, que deputados e senadores, dessem para o combate ao coronavírus uma parte dos bilionários Fundos Eleitoral e Partidário que criaram para doar dinheiro a si próprios – tirado, é óbvio, dos impostos pagos por você. Santa inocência. Não deram, é claro, um tostão furado para combater doença nenhuma. Estás na fila do SUS há 12 horas esperando um atendimento que pode vir ou não vir, bonitão? Problema seu. No nosso ninguém tasca. E tratem de dar graças a Deus porque ainda não tivemos a ideia de lhe tomar mais uns trocos para fazermos nosso estoque de vacinas – como fizeram as maravilhosas instituições judiciárias aí do lado.

Este Brasil que está em guerra com os brasileiros é hoje um dos maiores concentradores de renda do mundo. Não são os “ricos”, os “empresários”, “o 1% do topo”, etc. que constroem a miséria nossa de cada dia. Não são eles os promotores da desigualdade em estado extremo no País. Não são eles que os impõem a ditadura dos privilégios. É essa gente que não admite, sequer, pagar a própria vacina. A imprensa faz esforços inéditos, todos os dias, para defender essa gente, pois são eles que compõem as “instituições”. E o que os jornalistas recebem em troca de congressistas e magistrados? Atos de crocodilagem explicita, um atrás do outro. Fica cada vez mais difícil achar alguma virtude nesse baixo mundo.